El cloud computing o computación en nube ha transformado el cómo las empresas acceden, almacenan y gestionan la información. Este modelo no solo ha democratizado el acceso a tecnologías avanzadas, sino que ha redefinido la infraestructura tecnológica global. Hoy os explicamos en profundidad qué es el cloud computing, cómo funciona y cuáles son sus ventajas y desventajas.
¿Qué es el cloud computing?
El cloud computing es un modelo tecnológico que permite el acceso bajo demanda a recursos informáticos (como servidores, almacenamiento, bases de datos, redes, software y más) a través de Internet y mediante pago por uso.
En vez de instalar aplicaciones o gestionar servidores físicos en sus instalaciones, las organizaciones pueden utilizar recursos alojados en centros de datos remotos gestionados por proveedores como Amazon Web Services (AWS), Microsoft Azure o Google Cloud Platform (GCP).
Con este modelo consigues una escalabilidad inmediata, alta disponibilidad, reducción de costes y flexibilidad, y es algo que permite a las empresas centrarse en su negocio sin preocuparse por esta parte de la infraestructura.
Para qué sirve
Tiene muchísimas aplicaciones en el día a día de cualquier empresa, por lo que vamos a destacar estas 6:
- Almacenamiento en la nube, desde servicios personales como Google Drive o Dropbox, hasta soluciones empresariales para backup y recuperación de datos.
 - Desarrollo y pruebas de software. Entornos de desarrollo escalables y replicables, sin necesidad de infraestructura física.
 - Hosting de aplicaciones web y móviles sin tener que comprar o mantener servidores propios.
 - Big Data y análisis de datos, pudiendo procesar masivamente datos en tiempo real.
 - Inteligencia Artificial y aprendizaje automático, con plataformas que ofrecen modelos preentrenados listos para usarse desde la nube.
 - Colaboración empresarial. Aplicaciones como Microsoft 365, Google Workspace o Slack que permiten trabajo en equipo remoto y en tiempo real.
 
¿Cómo funciona el cloud computing?
El funcionamiento del cloud computing se basa en una arquitectura distribuida gestionada por grandes proveedores. Estos mantienen centros de datos en distintas regiones del mundo que contienen servidores físicos, almacenamiento, sistemas de seguridad y redes.
Cuando un usuario accede a un recurso en la nube, este no se encuentra en su dispositivo local, sino en uno de esos centros de datos. La interacción se produce a través de Internet, utilizando protocolos estándar como HTTP, y con mecanismos avanzados de balanceo de carga, redundancia, escalado automático y replicación de datos.
Dependiendo del modelo de servicio contratado, el cliente puede tener control total sobre el entorno (como en IaaS), o simplemente utilizar el software final (como en SaaS).
Todos los servicios de computación en nube
La computación en la nube se clasifica en distintos modelos de servicio, cada uno con un grado diferente de control, gestión y responsabilidad por parte del usuario. Tienes 4 tipos, IaaS (Infrastructure as a Service), PaaS (Platform as a Service), SaaS (Software as a Service) y FaaS (Function as a Service), de hecho, muchas empresas los combinan.
IaaS o Infraestructura Como Servicio (Infrastructure as a Service)
IaaS es el modelo más básico dentro del cloud computing. Ofrece acceso a recursos de infraestructura virtualizados, como máquinas virtuales (VMs), almacenamiento, redes y sistemas operativos, a través de Internet. El usuario controla completamente el entorno, pero sin tener que gestionar el hardware físico.
Este modelo es ideal para empresas que desean flexibilidad total en la configuración de sus entornos de desarrollo o producción, sin necesidad de invertir en servidores propios. Es escalable a demanda, tiene unos costes operativos muy reducidos y es perfecto para entornos de prueba o backup para recuperar datos. Un ejemplo de IaaS es Amazon EC2, Microsoft Azure Virtual Machines y Google Compute Engine.
PaaS o Plataforma Como Servicio (Platform as a Service)
PaaS proporciona un entorno completo de desarrollo y despliegue en la nube, con herramientas que permiten crear, probar y gestionar aplicaciones de forma sencilla. El proveedor gestiona toda la infraestructura subyacente (servidores, almacenamiento, redes y sistemas operativos), lo que libera al equipo de desarrollo de tareas técnicas relacionadas con el mantenimiento.
Es un modelo muy útil para desarrolladores que buscan centrarse en el código y la lógica de negocio sin preocuparse por el entorno de ejecución. Además, reduce bastante el tiempo de desarrollo y se puede integrar con herramientas de CI/CD. También tiene una escalabilidad automática del entorno según el uso. Ejemplos de PaaS: Google App Engine, Heroku, Microsoft Azure App Service.
SaaS o Software como Servicio (Software as a Service)
SaaS es el modelo más extendido entre cualquier usuario normal, porque los usamos en el día a día. Por ejemplo, nuestro Gmail es un SaaS. Consiste en aplicaciones que se ejecutan en la nube y a las que se accede a través de un navegador web, sin necesidad de instalación ni mantenimiento por parte del usuario.
Todo, desde la infraestructura hasta la gestión del software y actualizaciones, corre a cargo del proveedor. Este modelo permite un acceso ágil y multiplataforma a herramientas empresariales o personales. Tiene un menor coste inicial y un mantenimiento nulo y, además, se actualiza automáticamente sin tener que hacer nada. Además del Gmail, hay otros SaaS muy conocidos, como Dropbox, Salesforce, Zoom o Microsoft 365.
FaaS o Función como Servicio (Function as a Service)
FaaS, también conocido como serverless computing, permite ejecutar fragmentos de código en respuesta a eventos sin necesidad de mantener servidores. El proveedor de nube se encarga de todo el aprovisionamiento, escalado y gestión de los recursos, y el usuario solo paga por el tiempo real de ejecución de las funciones. Este modelo resulta perfecto para microservicios, tareas automatizadas, procesamiento en tiempo real y arquitecturas modernas basadas en eventos.
Por lo tanto, es muy bueno porque el escalado es automático, con unos despliegues rápidos, y costes muy ajustados (pago por ejecución). Por daros unos ejemplos de FaaS: AWS Lambda, Google Cloud Functions, Azure Functions.
Los tipos de computación en la nube
Nube pública
La nube pública es aquella en la que los recursos como servidores, almacenamiento o redes son propiedad de un proveedor externo y se ofrecen a múltiples clientes a través de Internet. Los usuarios comparten la misma infraestructura, pero cada uno accede a su entorno de manera segura y aislada.
Es el tipo de nube más accesible, rentable y fácil de implementar, especialmente para startups o pymes. También es ideal para cargas de trabajo con alta variabilidad o no críticas, donde la escalabilidad es clave. Proveedores de esto, por ejemplo, son AWS, Azure, Google Cloud o IBM cloud.
Tienes un menor control sobre los datos y la configuración y dependes de una red pública para el acceso, pero el coste es mucho menor y se implementa rápidamente.
Nube privada
Una nube privada es una infraestructura destinada a una única organización. Puede estar alojada internamente o en centros de datos externos, pero es gestionada de forma exclusiva. Ofrece los mismos beneficios que la nube pública (escalabilidad, disponibilidad, automatización), pero con mayor control y seguridad.
Este tipo de nube es muy valorado en sectores que requieren cumplimiento normativo estricto o tratamiento de datos más sensibles, como la salud. Si es cierto que requiere una mayor inversión inicial, pero puedes personalizar por completo tu entorno de TI, tiene un mejor rendimiento, y tienes el máximo control sobre los datos y la seguridad.
Nube híbrida
La nube híbrida combina infraestructura privada y pública, permitiendo mover datos y aplicaciones entre ambos entornos según las necesidades del negocio. Este modelo aporta flexibilidad para mantener servicios sensibles en una nube privada, mientras se aprovechan los recursos escalables y rentables de la nube pública.
Un ejemplo común es mantener bases de datos internas en una nube privada, y usar servicios de análisis o backup en una nube pública. Es una gestión más compleja porque combina dos entornos, así que requiere de una mayor exigencia técnica, pero es adaptable a cualquier entorno y tiene una muy buena continuidad operativa incluso ante fallos o picos de demanda.
Multinube
El modelo multinube consiste en utilizar servicios de múltiples proveedores de nube pública a la vez, como AWS, Google Cloud y Azure. Esto es lo que permite a las empresas diversificar riesgos, optimizar costes y aprovechar lo mejor de cada plataforma.
También evitas la dependencia de un único proveedor, lo que facilita una estrategia más flexible, especialmente en entornos globales o con alta exigencia de rendimiento.
Ventajas y desventajas del cloud computing
Ventajas
- Tiene una escalabilidad inmediata, y es que permite aumentar o reducir recursos en función de la demanda.
 - Reduce costes porque no tienes que invertir en hardware, mantenimiento o personal especializado.
 - Accesible a nivel global, pudiendo acceder a datos y aplicaciones desde cualquier lugar con conexión a Internet.
 - Alta disponibilidad y continuidad del negocio. Los proveedores garantizan tiempos de actividad cercanos al 100%.
 - Automatización y flexibilidad, con la posibilidad de integrar herramientas de despliegue continuo (CI/CD), backups automáticos, etc.
 - Está siempre en constante innovación y, de hecho, tiene acceso a tecnologías avanzadas como IA, IoT o big data sin desarrollos propios.
 
Desventajas
- Dependes de terceros, por lo que se pierde cierto control sobre la infraestructura y la gestión del sistema.
 - Posibles riesgos de seguridad y privacidad, puesto que si no se configuran correctamente, pueden quedar expuestos datos sensibles.
 - Migraciones complejas, teniendo en cuenta que mover sistemas legados a la nube puede requerir cambios en arquitectura y desarrollo.
 
Buenas prácticas de seguridad en la nube
El uso del cloud computing requiere adoptar medidas sólidas de seguridad para garantizar la integridad y confidencialidad de los datos. Las 5 mejores prácticas son:
- Gestión de identidades y accesos (IAM). Implementar políticas de control de acceso basadas en roles (RBAC), autentificación multifactor y rotación de credenciales. Limitar los privilegios por defecto y auditar regularmente los accesos.
 - Prevención de pérdida de datos (DLP). Configurar backups automáticos, replicación en distintas regiones y sistemas de recuperación ante desastres (DRP). También se deben establecer límites de retención y control sobre el borrado de datos.
 - Cifrado de datos. Cifrar la información tanto en tránsito como en reposo. Utilizar protocolos seguros (HTTPS, TLS) y claves gestionadas adecuadamente mediante sistemas como KMS (Key Management Service).
 - Gestión colaborativa y monitoreo. Incorporar herramientas de supervisión en tiempo real, alertas de seguridad, control de versiones y flujos de aprobación para cambios críticos. Además, fomentar la formación continua del equipo en prácticas de ciberseguridad.
 - Software automático para el cumplimiento de datos. Te ayuda a cumplor con la normativa de tu sector, que puede estar en constante cambio, y lo hace de forma automática.
 


